Los Vigilantes del Antiguo Conocimiento Perdido
Carmen Pérez de la Hiz
De
Carmen Pérez de la Híz, este blog hizo mención en nuestro post sobre
La Piedra Extraterrestre Oculta en Toledo. Esoterista de primera línea, esta estudiosa, es digna heredera de un linaje que se remonta hasta la Orden Templaria, convirtiéndola en un personaje más que atendible, y dueña de conocimientos muy especiales, sobre antiguos misterios, que merecen nuestra atención. Desde ya se convierte en invitada permanente de Crónica Subterránea que irá siguiendo sus pasos.
Nuevamente de su obra, La Atlántida y otros continentes sumergidos, elegimos uno de los capítulos donde esta escritora esgrime todo su potencial, para revelarnos los secretos que guardan los gigantes de Pascua y su misteriosa relación con una civilización desaparecida, que en remotos tiempos se alzó sobre el Océano Pacífico.
Adentrémos en sus enigmas.
Los vigilantes del antiguo conocimiento perdido
La isla de Pascua es, sin lugar a dudas, uno de esos lugares cargados de una magia especial, que envuelve hasta el más recóndito rincón de estas tierras tan llenas de misterios y claves secretas.
Uno de los mayores enigmas que aún continúa desafiando a la ciencia son sus famosos "moais"; ellos son los eternos vigilantes del secreto que encierra esta tierra mágica y los custodios del antiguo conocimiento perdido. ¿Por qué y para qué fueron erigidas esas enormes cabezas de piedra y, sobre todo, en tan desmesurada cantidad - en la actualidad existen más de 600 -, o de qué medios se valieron sus constructores para lograr trasladarlas desde la distante cantera donde la mayoría de ellas fueron esculpidas hasta el lugar donde están ubicadas? Los pascuenses se empeñan en sostener, para irritación y desconcierto de los arqueólogos y científicos, que las estatuas se fueron andando, o, como algunos más explícitamente puntualizaron, se desplazaron gracias al "Mana". Dicho así, sin previa mentalización, resulta verdaderamente increíble; sin embargo, las historia de piedras andantes o voladoras se repiten insistentemente en diferentes puntos del planeta; algunos tan distantes que es imposible dicha coincidencia en sus creencias y tradiciones, salvo que efectivamente, en algún lejano día de su prehistoria, hubieran estado comunicados o habitados por razas que provenían de un continente común. Resulta bastante significativo que todas estas supuestas piedras voladoras pertenezcan, sin excepción, a pirámides y monumentos megalíticos, los cuales evidencian ser la obra de los iniciados supervivientes de la Atlántida y de Mu. ¿Y si realmente los Moais, al igual que las piedras de ciertos megalitos, se desplazan movidas por una energía cuyo poder hoy desconocemos? Si tenemos en cuenta todas las características de estos gigantes de piedra, veremos en primer lugar que, como en el caso de los megalitos, su ubicación no fue escogida al azar, sino que fueron emplazados en los puntos claves y de mayor poder energético de la Tierra. Ello demuestra su conocimiento sobre el sistema energético que se extiende por todo el planeta y sobre sus poderosas energías cosmotelúricas, que constituían la base de la ciencia perdida de ambos continentes sumergidos. Estas fabulosas fuerzas secretas de la tierra y del cosmos eran catalizadas, y posteriormente canalizadas hacia un fin concreto, a través de ciertos minerales y estructuras cristalinas. En este punto es necesario mencionar que los transductores personales de los que hablaba en el capítulo tercero y que estaban realizados en forma de huevos y de esfera, cuando se situaban sobre una corriente de energía telúrica o de agua subterránea, se cargaban y esto hacía que se mantuvieran levitando en el aire. Cuando esto ocurría no podían tocarse directamente ni dejar que se posaran sobre el suelo, pues ello produciría en la persona una fuerte descarga; de ahí que previamente se aislaran las piedras con un paño de lana o con las hojas de diferentes plantas. Sobre ello trata un antiguo manuscrito árabe, en el cual se explica claramente que los enormes bloques de piedra de las pirámides egipcias eran aislados con hojas de papiro y golpeadas con el instrumento de un sacerdote, con un ritmo rápido, hasta que dejaban de tener peso y se colocaban en su lugar.
Es interesante señalar que todos estos monumentos destinados a canalizar las energías cosmotelúric;s están invariablemente realizados con cierto tipo de piedras poseedoras de extraordinarios poderes ocultos; de ahí el interés por unas canteras determinadas, a pesar de que generalmente se encontraban a considerable distancia y ello supusiese un complicado traslado. No es menos significativo comprobar que los más importantes monumentos asociados al desaparecido continente de Mu, que aún perduran en varias islas del Pacífico, están realizados con piedras volcánicas entre las que destaca el basalto. Atención a esto último, porque es una de las piedras principales de la ciencia perdida de Mu y de la Atlántida.
Actualmente el basalto es considerado en la tradición mágica de todas las tierras del Pacífico como una roca sagrada que empleaban para construir sus centros mágicos y curativos. Para pedir la curación de una persona es común en estas islas envolver con hojas de plantas mágicas un trozo de basalto; pues tienen el convencimiento de que esta roca está viva y posee el mismo poder que los dioses de la tierra y de los volcanes. Pero quizás lo más curioso es que existen estatuas TIKI, realizadas también en basalto y situadas en puntos muy concretos de la geografía sagrada, que los nativos consideran que aún están vivas. Esto de las piedras vivas me trae a la memoria una extraña historia que me contaron siendo niña en Extremadura según la cual, en la montaña mágica de un pueblo de Badajoz, aún quedaba una piedra viva que gritaba cuando había tormenta y a veces se trasladaba de lugar ella sola, por lo que los habitantes del pueblo vecino, que le tenían gran temor, decidieron atarla con cuerdas para impedir que se moviera. No sabría decir que me impresionó más, si la acción de esta piedra misteriosa o la convicción con que esta persona aseguró, como si fuera una creencia muy común en esta zona, que en la antigüedad existían en el mundo piedras vivas, pero que ya sólo quedaba ésta con vida.
Recientemente estuve investigando la montaña mágica donde estaba la piedra y, entre los fascinantes misterios que rodean ese enclave especialísimo, descubrí que ésta era una piedra de gran historia y de fabuloso poder, tras la cual llegaron allí los Templarios, quienes conocían sin duda el extraordinario secreto que encierra. Un secreto que podría guardar relación con esas otras piedras vivas de la ciencia de los continentes sumergidos, pues recordemos que muchos eruditos, entre ellos Roso de Luna (ver capítulo segundo), sostenían que Extremadura, o una gran parte de la misma; perteneció en tiempos protohistóricos a la Atlántida, esto explicaría que en algunos monumentos megalíticos y en una iglesia Templaria de un pueblo de Badajoz, sus constructores grabaran a modo de clave la figura de MAKE-MAKE, que es el dios supremo de los pascuenses. Según una antigua leyenda de la Isla de Pascua, Make-Make, que es el dios de los habitantes del cielo y de las aves, encontró tan aislada esta isla que dejó en ella a las aves y sus huevos (¿los supervivientes del continente sumergido, que eran descendientes de los dioses alados venidos de las estrellas, y su ciencia representada por huevos?) por creer que así estarían al resguardo de los hombres. Todos los mitos relacionados con Make-Make tienen como símbolo y principal protagonista a los huevos. Esto es interesante, porque todos los antiguos cultos que remontan su origen a la ciencia de los continentes desaparecidos tienen como símbolo al huevo y como ya se ha dejado dicho en capitulas anteriores a las aves. El huevo es el símbolo de la fuerza creadora que dio origen a la vida o, lo que es lo mismo, de la gran Energía Unificadora que se encierra en las energías cosmotelúricas esta Energía de Vida es la base de la ciencia de los iniaciados de Mu y de la Atlántida. En un pasaje del Oera Linda - este enigmático libro, según la opinión de un conocido atlantólogo, narra la historia de la Atlántida - varios sacerdotes protogriegos le preguntan a Minerva - que en este raro libro aparece como un ser de carne y hueso - para que servían los huevos que siempre llevaba con ella, a lo cual Minerva respondió que eran el símbolo del consejo de Frya (madre tierra). Los iniciados que heredaron parte de esta ciencia de Minerva o sabiduría atlante, también poseían estos huevos, que en realidad eran los míticos transductores de los cuales se servían para conectar con las piedras "extraterrestres" que a su vez están en conexión con el Santo Grial. Los Druidas, por ejemplo, denominaron a sus transductores "huevos de serpiente" en alusión a las serpientes telúricas cuyo inmenso poder era catalizado y dirigido gracias a los transductores personales.
El poder secreto del basalto
Los basaltos son rocas volcánicas compuestas esencialmente de microlitos de plagioclasa básica, augita, olivino (que contiene el poder del magnesio) y abundantes granillos de magnetita. Esta composición particular les permite mantener durante largo tiempo cargas proyectadas de energía vital, que, debidamente programadas, les permite adquirir un poder determinado. Las energías de estas piedras están tan estrechamente relacionadas con las telúricas que, cuando se sitúan sobre una de estas líneas leys, se atraen como un magneto. Esta atracción especial es la que les permite, cuando son bombardeadas con una frecuencia determinada (diapasón, mantras, cánticos, etc.) o un transductor (los transductores tenían, entre otros, el poder de actuar sobre la gravedad y los campos magnéticos) moverse a través de los leys. Las rocas volcánicas empleadas en edificaciones piramidales, como la de Güimar, tenían la finalidad de cargarse con las energías cosmotelúricas y las proyecciones mentales y energéticas de los iniciados, que eran dirigidas a través del cristal que se encontraba en su cima y que permitía su activación. Los basaltos, cuando están cargados, poseen un poder tan increíble que sólo podían tocarlos y dirigirlos aquellos iniciados que eran expresamente preparados para este fin; de hecho, nadie que no esté preparado debe tocar sin protección estas rocas volcánicas, estén cargadas o no.
¿Es el "Mana" la misteriosa energía de la superciencia de Mu y de la Atlántida?
Según los nativos de Pascua, el "Mana", además de permitir el desplazamiento de los "moais", los cargaba convirtiéndolos en estatuas vivas al igual que los "Tikis", si bien los "moais" sólo adquirían este poder cuando les era colocado el sombrero o "pukao" de escoria volcánica y se les "abrían los ojos", haciéndoles unos agujeros donde se colocaban unos ojos de coral blanco. El sistema empleado para activar el poder del "mana" parece que se ha perdido; sin embargo, algunas pistas pueden encontrarse si sabemos mirar una vez más en el fondo de sus tradiciones y leyendas.
En el cuaderno de bitácora de Carl Friedrich Behrens - que fue el primer hombre que pisó la tierra de esta isla el día 6 de abril de 1722, cuando una expedición holandesa de tres barcos descubrió y dio el nombre de Isla de Pascua a esta tierra mágica que los nativos denominaban Te-Pito o Te -Henva, que traducido significa el ombligo del mundo - se lee lo siguiente: "Pudimos ver a cierta distancia que los nativos se habían postrado en dirección al Sol naciente y habían encendido varios centenares de hogueras, lo cual probablemente representaba una oblación matinal a sus dioses. Estos dioses - se refiere a los "moais" eran ciertas figuras de considerable altura, que asombraron a los marinos. Estos ídolos estaban todos labrados en piedra, en forma de hombres con largas orejas, la cabeza adornada con una corona, pero todo realizado con gran habilidad, ante lo cual no fue poca nuestra sorpresa". En estas líneas encontramos dos pistas: la oración o repetición de cánticos y mantras, destinados a producir una vibración determinada, y el fuego, que como saben todas las personas que trabajan actualmente con minerales es uno de los más eficaces métodos para "activar la energía de los mismos. También es probable que empleasen transductores personales o alguna piedra que los supliera. Intuyo que éste es el secreto de las piedras esculpidas y cargadas con poder mágico, que algunas familias pascuenses conservan celosamente en sus cuevas familiares. La Isla de Pascua está llena de grutas, como todos los enclaves mágicos, y no por casualidad, aunque en el caso de Pascua sean fruto de la erosión natural de antiguas bolsas de gas aprisionadas por la lava. En una de estas cavernas - que son, no lo olvidemos, de lava, lo cual representa un poderoso instrumento de poder para cualquier iniciado que posea aunque sólo sea parte del conocimiento perdido -, según las viejas tradiciones ubicadas en el islote de Motu-Nui, se encontraría el testimonio secreto del pueblo y la historia y los enigmáticos orígenes de los pascuenses, recogidos en las tablillas "rongo rongo". El descubridor de estas tablillas fue el misionero Eugene Eyraud, quien, todo hay que decirlo, no concedió la más mínima importancia ni la menor atención a su valioso descubrimiento. Afortunadamente, monseñor Jaussen, que en 1868 recibió una de estas tablillas como regalo y testimonio de fidelidad por parte de los pascuenses, supo apreciar la extraordinaria importancia que poseían y fue el primer occidental que intentó descifrar esta escritura primitiva de la Isla de Pascua. Su interés, sin embargo, fue inútil, porque no logró encontrar ningún nativo que lograra hacer una traducción lógica de las mismas; desde entonces, a pesar de que muchos sabios de todo el mundo lo han intentado y han ofrecido diferentes tesis sobre sus posibles orígenes, ninguno ha conseguido aún resolver satisfactoriamente este enigma.
¿Eran los primitivos pascuenses adoradores del solo iniciados que sabían catalizar y controlar las poderosas energías cósmicas?
Cuanto más se profundiza en este grandioso misterio que es la Isla de Pascua, mayor es el número de indicios que revelan su vinculación a ese mítico continente de Mu que en un remoto pasado se hundió bajo las aguas del Pacífico y del cual dicen proceder los nativos de muchas de estas islas. Puede que las respuestas a todos los enigmas que plantea Pascua estén claramente representadas en la cima del Rano Kao, el volcán más alto, donde está situado Orongo, el principal templo o centro mágico sagrado de los hombres -pájaros, en cuyas rocas volcánicas llenas de petroglifos y representaciones de aves aparece en diferentes formas su divinidad principal, Make-Make, sujetando en la que ilustra su leyenda el famoso huevo y el símbolo solar.
También es interesante observar que el culto del hombre-pájaro suponiendo que se trate de un culto - parece que corresponde a una religión posterior, como pone de manifiesto el hecho de que generalmente estas imágenes de hombre-pájaro aparecen superpuestas al primitivo símbolo solar. Los primeros informes sobre la isla suelen dar por sentado, sin pararse a profundizar en el tema, que los nativos rendían culto al Sol; ¿pero eran realmente adoradores del Sol o hábiles iniciados en las energías cósmicas? Durante la expedición de Thor Heyerdahl, se descubrió que este lugar, además de recinto sagrado, es un observatorio solar con un dispositivo para registrar los movimientos del astro rey, especialmente los solsticios y los equinoccios. En la llanura de la isla existen además varias plataformas orientadas astronómicamente, que ayudan a confirmar los elevados conocimientos que poseían los primitivos habitantes de esta isla que tan celosamente custodia sus secretos. Pascua encierra aún muchos misterios que prometen ser fascinantes, como las entradas que se encuentran en el centro sagrado de Orongo y dan acceso a unos recintos ceremoniales subterráneos. Cuando estas cámaras ocultas sean debidamente investigadas, sin duda depararán sorprendentes revelaciones.
Pascua parece empeñada en no perder el aura de misterio que la envuelve y que hace que nos planteemos las mismas preguntas que se formularon los antiguos navegantes y exploradores: ¿Qué pueblo misterioso erigió estos colosales megalitos? ¿De dónde proceden realmente los nativos de esta isla solitaria? Si bien todos los vestigios de Pascua hablan de una civilización de Mu, como señalan las leyendas y tradiciones de la mayoría de las islas del Pacífico, la última palabra la tienen de momento las herméticas tablillas "RONGO RONGO"; en ellas puede que se encuentren todas las respuestas a las eternas preguntas que plantea Pascua, pero de momento haremos bien en seguir leyendo en su paisaje, un paisaje que puede demostrarnos una vez más que la madre naturaleza encierra, en las claves de su geografía secreta y de sus tradiciones, la historia de su propio pasado.
Fuente:
Pérez de la Híz, Carmen. La Atlántida y otros continentes sumergidos. Madrid: Espacio y Tiempo, 1992.